Su nombre original está escrito en totonoca, se llama Xanath, y se la conoce en el mundo entero como vainilla ha tenido una trascendencia tal en la historia y cultura de Veracruz, que en torno a esta orquídea hay todo un culto y gran valor comercial y económico. La flor, que por sí misma porta belleza y un perfume inigualable ha inspirado una leyenda preciosa a la vez que trágica y triste pero romántica donde las haya, en que relata como nació Xanath. Vale la pena que conozcáis la historia de la princesa de cuya hermosura los dioses forjaron esta planta y su flor. Una auténtica joya de la flora autóctona veracruzana para el mundo entero. De Xanath se han creado fabulosos platillos, exquisitos postres, increíbles y delicados perfumes que fueron atesorados por los más grandes perfumistas del mundo entero.
La leyenda Xanath
En el punto más alto de la sierra en cuyas faldas descansa Papantla, una importante y generosa deidad tenía su templo, Tonacoyohua, diosa que que cuidaba la siembra, el pan y los alimentos. Doce jóvenes provenientes de las castas nobles se encargaban del aderezo y disponer todo para realizar los ritos para veneración de la diosa. Estas jóvenes eran elegidas desde su tierna infancia para esta tarea y estaban consagradas a ella haciendo un voto de castidad de por vida.
Una de las esposas del rey Teniztli, tercero de la dinastía totonaca, tuvo una niña a quien llamaron Tzacopontziza, (Lucero del Alba). El rey temeroso y celoso por la belleza singular de su hija, la entrega a al culto de la diosa Tonacahohua.
La princesa se convirtió en una beldad de la que todos hablaban y enunciaban el voto sagrado que le hacía inalcanzable. Quizás fuese la prohibición lo que encendió el anhelo del príncipe Zkatan-Oxga (joven venado) quien se prendó de la princesa sin dejarse amedrentar por la condena capital con que se castigaba el sacrilegio de seducir a una doncella de la diosa, se aferró a su conquista.
Tal tarde, Tzacopontziza salió del templo a recoger unas tortolillas para ofrendarlas a la diosa, momento que Zkatan – oxga aprovechó para raptar a la joven y huir con ella hacia lo más abrupto de la montaña.
En su huida, los enamorados se encontraron con una suerte de monstruo de fuego que les obligó a retroceder hasta volver al camino del templo donde les esperaban los sacerdotes, que furiosos y antes de que Zkatán pudiese pronunciar palabra para explicarse, fue muerto de un tajo y seguidamente, la bella princesa “Lucero del Alba” fue también asesinada.
Sus cuerpos aun tibios, fueron trasladados hasta el adoratorio en donde los corazones de Tzacopontziza y Zkatan-Oxga fueron ofrecidos a la diosa y sus restos a una barranca.
En aquel lúgubre lugar donde los príncipes fuesen sacrificados, la hierba que ahí crecía, comenzó a secarse como si la sangre de las víctimas ahí vertida, tuviese un influjo maléfico. Algún tiempo después, un arbusto empezó a brotar en ese mismo lugar de forma prodigiosa y sólo le tomó unos días elevarse varios y cubrirse de espeso follaje. Al alcanzar gran altura, junto a su tronco creció una planta trepadora cuya flor, una orquídea blanca, brotaba al tiempo que con mágica rapidez, echó sus guías de esmeralda sobre el tallo del arbusto, con tal firmeza y cuidado a la vez que simularon los brazos de una mujer.
El fuerte sol tropical penetraba apenas las frondas del arbusto que daba protección a la orquídea que crecía como una novia que descansa en el regazo de su amado.
Una mañana, el arbusto y la planta trepadora se cubrieron de pequeñísimas flores que despedían maravillosas fragancias.
Llegó hasta oídos de los sacerdotes y a todo el pueblo aquel primor. Quienes segaran la vida de los amantes no dudaron que aquel arbusto cubierto de flores y enredado entre las ramas de aquella hermosa planta no eran otros que la princesa y su amado príncipe. Su paso aumentó cuando las perfumadas florecillas se convirtieron en largas y delgadas vainas oscuras que, al madurar, desprendían su perfume más penetrante, como si el espíritu de Tzacopontziza derramara sobre su amante, las fragancias más exquisitas.
La hermosa y elegante orquídea ha sido desde entonces, objeto de fervoroso culto. Por el portento de su la transformación, fue declarada planta sagrada y se convirtió en ofrenda divina en los adoratorios totonacos. De la sangre y el amor de una princesa nació la vainilla que en totonaco lleva el nombre de Xanath (flor recóndita).
La leyenda Xanath
En el punto más alto de la sierra en cuyas faldas descansa Papantla, una importante y generosa deidad tenía su templo, Tonacoyohua, diosa que que cuidaba la siembra, el pan y los alimentos. Doce jóvenes provenientes de las castas nobles se encargaban del aderezo y disponer todo para realizar los ritos para veneración de la diosa. Estas jóvenes eran elegidas desde su tierna infancia para esta tarea y estaban consagradas a ella haciendo un voto de castidad de por vida.
Una de las esposas del rey Teniztli, tercero de la dinastía totonaca, tuvo una niña a quien llamaron Tzacopontziza, (Lucero del Alba). El rey temeroso y celoso por la belleza singular de su hija, la entrega a al culto de la diosa Tonacahohua.
La princesa se convirtió en una beldad de la que todos hablaban y enunciaban el voto sagrado que le hacía inalcanzable. Quizás fuese la prohibición lo que encendió el anhelo del príncipe Zkatan-Oxga (joven venado) quien se prendó de la princesa sin dejarse amedrentar por la condena capital con que se castigaba el sacrilegio de seducir a una doncella de la diosa, se aferró a su conquista.
Tal tarde, Tzacopontziza salió del templo a recoger unas tortolillas para ofrendarlas a la diosa, momento que Zkatan – oxga aprovechó para raptar a la joven y huir con ella hacia lo más abrupto de la montaña.
En su huida, los enamorados se encontraron con una suerte de monstruo de fuego que les obligó a retroceder hasta volver al camino del templo donde les esperaban los sacerdotes, que furiosos y antes de que Zkatán pudiese pronunciar palabra para explicarse, fue muerto de un tajo y seguidamente, la bella princesa “Lucero del Alba” fue también asesinada.
Sus cuerpos aun tibios, fueron trasladados hasta el adoratorio en donde los corazones de Tzacopontziza y Zkatan-Oxga fueron ofrecidos a la diosa y sus restos a una barranca.
En aquel lúgubre lugar donde los príncipes fuesen sacrificados, la hierba que ahí crecía, comenzó a secarse como si la sangre de las víctimas ahí vertida, tuviese un influjo maléfico. Algún tiempo después, un arbusto empezó a brotar en ese mismo lugar de forma prodigiosa y sólo le tomó unos días elevarse varios y cubrirse de espeso follaje. Al alcanzar gran altura, junto a su tronco creció una planta trepadora cuya flor, una orquídea blanca, brotaba al tiempo que con mágica rapidez, echó sus guías de esmeralda sobre el tallo del arbusto, con tal firmeza y cuidado a la vez que simularon los brazos de una mujer.
El fuerte sol tropical penetraba apenas las frondas del arbusto que daba protección a la orquídea que crecía como una novia que descansa en el regazo de su amado.
Una mañana, el arbusto y la planta trepadora se cubrieron de pequeñísimas flores que despedían maravillosas fragancias.
Llegó hasta oídos de los sacerdotes y a todo el pueblo aquel primor. Quienes segaran la vida de los amantes no dudaron que aquel arbusto cubierto de flores y enredado entre las ramas de aquella hermosa planta no eran otros que la princesa y su amado príncipe. Su paso aumentó cuando las perfumadas florecillas se convirtieron en largas y delgadas vainas oscuras que, al madurar, desprendían su perfume más penetrante, como si el espíritu de Tzacopontziza derramara sobre su amante, las fragancias más exquisitas.
La hermosa y elegante orquídea ha sido desde entonces, objeto de fervoroso culto. Por el portento de su la transformación, fue declarada planta sagrada y se convirtió en ofrenda divina en los adoratorios totonacos. De la sangre y el amor de una princesa nació la vainilla que en totonaco lleva el nombre de Xanath (flor recóndita).
De la vainilla se deben decir tantas cosas como aplicaciones y a países ha llegado.
En el pasado, entre los mayas y los aztecas la vainilla se utilizaba para enriquecer una bebida de cacao destinada a nobles y guerreros. La mayor producción se concentraba entre los totonacas alrededor de Veracruz y Papantla. En los albores de la colonia, Hernán Cortés la llevó de regreso a España para utilizarla en la bebida de chocolate y en 1602, tal vez como había visto a los nativos utilizarla.
Hasta mediados del siglo XIX, México era el único productor de vainilla en el mundo. Sin embargo algunos franceses iniciaron su cultivo en la isla Bourbon.
De la Reunión, la vainilla pasó a Madagascar en 1880 y desde entonces se convirtió en uno de los principales productores. En 2010, los principales productores fueron Indonesia, Madagascar, China, México y Turquía. La producción de vainilla en México se origina principalmente en Veracruz, donde se produce la mayor producción para exportación. La superficie nacional utilizada es de 1400 a 1900 hectáreas y la producción es de alrededor de entre 360 y 600 toneladas. El cultivo de vainilla se considera económicamente el más provechoso de los trópicos. Se utiliza ampliamente en las industrias del chocolate, los helados, los refrescos y los perfumes.
Así pues, la vainilla, cuyo nombre totonaco me parece más radiante y poético, es una joya en flor que Veracruz ha dado al mundo y con la cual se han elaborado verdaderas maravillas de la repostería en el mundo entero.
En el pasado, entre los mayas y los aztecas la vainilla se utilizaba para enriquecer una bebida de cacao destinada a nobles y guerreros. La mayor producción se concentraba entre los totonacas alrededor de Veracruz y Papantla. En los albores de la colonia, Hernán Cortés la llevó de regreso a España para utilizarla en la bebida de chocolate y en 1602, tal vez como había visto a los nativos utilizarla.
Hasta mediados del siglo XIX, México era el único productor de vainilla en el mundo. Sin embargo algunos franceses iniciaron su cultivo en la isla Bourbon.
De la Reunión, la vainilla pasó a Madagascar en 1880 y desde entonces se convirtió en uno de los principales productores. En 2010, los principales productores fueron Indonesia, Madagascar, China, México y Turquía. La producción de vainilla en México se origina principalmente en Veracruz, donde se produce la mayor producción para exportación. La superficie nacional utilizada es de 1400 a 1900 hectáreas y la producción es de alrededor de entre 360 y 600 toneladas. El cultivo de vainilla se considera económicamente el más provechoso de los trópicos. Se utiliza ampliamente en las industrias del chocolate, los helados, los refrescos y los perfumes.
Así pues, la vainilla, cuyo nombre totonaco me parece más radiante y poético, es una joya en flor que Veracruz ha dado al mundo y con la cual se han elaborado verdaderas maravillas de la repostería en el mundo entero.
Por último, algunos de los mejores perfumes del mundo tienen a Xanath como su esencia principal y muchos otros incluyen el néctar de esta orquídea que los aztecas llamaban Tlilxóchitl que significa, Flor Negra. Algunos de esos perfumes que seguramente conoceréis.
Shalimar es uno de los perfumes con vainilla más famosos de la historia de la perfumería. Un verdadero clásico por excelencia. Resalta toda la belleza y el carácter difusivo de la vainilla de manera ejemplar
Youth Dew – Estee Lauder
es otro oriental canónico, y una de las creaciones más complejas de la perfumista Josephine Catapano. Una de las mayores hazañas de esta fragancia veterana es la de conferir un toque moderno a su carácter esencialmente clásico. Un perfume maduro como un buen vino.
Quizás no notes la vainilla de forma tan marcada aquí como en otros perfumes de este listado. Pero el papel que juega la vainilla en la composición es fundamental para la construcción del carácter dulce de la fragancia.
Opium – Yves Saint Laurent es uno de los perfumes más vendidos de la historia de la industria perfumera. Puede describirse como un cóctel de especias en forma de fragancia. O sencillamente: un terremoto para los sentidos.
Hoy día, Opium es un perfume amado y odiado a proporciones iguales por cuenta de sus reformulaciones. Pero nadie osaría negarle el puesto de clásico incuestionable. La vainilla juega dos papeles en su composición. Uno, reforzar el carácter dulce de las notas florales. Dos, formar con las demás especias y resinas el aura embriagante y opulenta de esa fragancia. Por ahí de los años 80’s, este perfume me recordaba mucho a una mezcla exótica de café, una fragancia perfecta porque no llegaba a ser empalagoso como aquel Beverly Hills que hostigaba totalmente.
Obsession – Calvin Klein
también pertenece a la familia oriental especiada. Es una fragancia que se destaca por la mezcla arrebatadora de especias, resinas, hierbas y notas de maderas.
Sus notas de salida verdes y cítricas se conyugan a un fondo de incienso, almizcle y vainilla. Las pocas notas florales de corazón no tienen gran destaque en la composición final.
El conjunto final es aromático, rico, ardiente. La vainilla se expresa de una manera muy interesante en su unión con las notas más especiadas. También es responsable por la insinuación dulce de este perfume con gran poder de fijación en la piel
Obsession fue mi #1 durante años, no llegaba a terminarse cuando ya tenía su reemplazo. La primera vez que disfruté su aroma fue gracias a un regalo que mi padre me llevara como regalo de un viaje. Desde ese día se colocó en mi preferencia incondicional.
Burberry Brit.
El éxito de esta fragancia oriental amaderada ha marcado un antes y un después para la firma inglesa, muy asociada hasta entonces a una idea de lujo tradicional e inaccesible. Brit representó un soplo de aire fresco a la imagen de la marca, contribuyendo en su proceso de rejuvenecimiento.
La vainilla en esta fragancia se conyuga con notas verdes y frescas, notas amaderadas leñosas y la oleosidad de las almendras dulces. Presenta un carácter agudo, picante, casi agreste, pero a la vez cremoso, festivo, femenino.
Shalimar es uno de los perfumes con vainilla más famosos de la historia de la perfumería. Un verdadero clásico por excelencia. Resalta toda la belleza y el carácter difusivo de la vainilla de manera ejemplar
Youth Dew – Estee Lauder
es otro oriental canónico, y una de las creaciones más complejas de la perfumista Josephine Catapano. Una de las mayores hazañas de esta fragancia veterana es la de conferir un toque moderno a su carácter esencialmente clásico. Un perfume maduro como un buen vino.
Quizás no notes la vainilla de forma tan marcada aquí como en otros perfumes de este listado. Pero el papel que juega la vainilla en la composición es fundamental para la construcción del carácter dulce de la fragancia.
Opium – Yves Saint Laurent es uno de los perfumes más vendidos de la historia de la industria perfumera. Puede describirse como un cóctel de especias en forma de fragancia. O sencillamente: un terremoto para los sentidos.
Hoy día, Opium es un perfume amado y odiado a proporciones iguales por cuenta de sus reformulaciones. Pero nadie osaría negarle el puesto de clásico incuestionable. La vainilla juega dos papeles en su composición. Uno, reforzar el carácter dulce de las notas florales. Dos, formar con las demás especias y resinas el aura embriagante y opulenta de esa fragancia. Por ahí de los años 80’s, este perfume me recordaba mucho a una mezcla exótica de café, una fragancia perfecta porque no llegaba a ser empalagoso como aquel Beverly Hills que hostigaba totalmente.
Obsession – Calvin Klein
también pertenece a la familia oriental especiada. Es una fragancia que se destaca por la mezcla arrebatadora de especias, resinas, hierbas y notas de maderas.
Sus notas de salida verdes y cítricas se conyugan a un fondo de incienso, almizcle y vainilla. Las pocas notas florales de corazón no tienen gran destaque en la composición final.
El conjunto final es aromático, rico, ardiente. La vainilla se expresa de una manera muy interesante en su unión con las notas más especiadas. También es responsable por la insinuación dulce de este perfume con gran poder de fijación en la piel
Obsession fue mi #1 durante años, no llegaba a terminarse cuando ya tenía su reemplazo. La primera vez que disfruté su aroma fue gracias a un regalo que mi padre me llevara como regalo de un viaje. Desde ese día se colocó en mi preferencia incondicional.
Burberry Brit.
El éxito de esta fragancia oriental amaderada ha marcado un antes y un después para la firma inglesa, muy asociada hasta entonces a una idea de lujo tradicional e inaccesible. Brit representó un soplo de aire fresco a la imagen de la marca, contribuyendo en su proceso de rejuvenecimiento.
La vainilla en esta fragancia se conyuga con notas verdes y frescas, notas amaderadas leñosas y la oleosidad de las almendras dulces. Presenta un carácter agudo, picante, casi agreste, pero a la vez cremoso, festivo, femenino.