Manuel Zardaín
Nacido en Veracruz, siendo aún muy pequeño se muestra claramente el que sería su rumbo y objeto de vida al ganar su primer lugar en un concurso escolar de dibujo en la escuela donde estudió en Orizaba, Veracruz.
Travieso e inquieto, se suma al movimiento estudiantil del 68, generando gran angustia y preocupación en su familia que le envían fuera temiendo consecuencias – ¡y vaya que las hubo! -. Así que el joven rebelde llega a Baton Rouge, Luisiana donde se inscribe en la facultad de historia del arte de la Louisiana State University. Pero el cambio de aires no modifica su temperamento y poco después de su arribo a Estados Unidos, manifiesta su repudio a la guerra de Vietnam. Esta experiencia queda plasmada en la obra expuesta en el otoño de 1968. Más tarde cambia su residencia a Sausalito, California cuyo ambiente le envuelve y Zardaín se “convierte” al movimiento “hippie”. Ese temple que le había desarraigado de México por su participación en el movimiento estudiantil y manifestarse contra la guerra de Vietnam, le empuja a involucrarse en la guerrilla de El Salvador de forma activa, lo que no le impidió exponer su trabajo en la capital de ese país. De vuelta a México, se integra al equipo de jóvenes ayudantes que agrupa el maestro Siqueiros para trabajar en el Poliforum de la capital mexicana. Después, se apunta a diferentes talleres, como el de Leonora Carrington. También trabaja a la par de artistas plásticos célebres, como Chucho Reyes y Gilberto Aceves Navarro.
Dos elementos marcan la pauta del trabajo pictórico de Zardaín: su infancia transcurrida entre cafetales húmedos, animales, insectos y exuberante vegetación que se expresa con voluptuoso colorido; y su participación en los movimientos políticos y sociales que quedaron manifiestos en su obra.
Travieso e inquieto, se suma al movimiento estudiantil del 68, generando gran angustia y preocupación en su familia que le envían fuera temiendo consecuencias – ¡y vaya que las hubo! -. Así que el joven rebelde llega a Baton Rouge, Luisiana donde se inscribe en la facultad de historia del arte de la Louisiana State University. Pero el cambio de aires no modifica su temperamento y poco después de su arribo a Estados Unidos, manifiesta su repudio a la guerra de Vietnam. Esta experiencia queda plasmada en la obra expuesta en el otoño de 1968. Más tarde cambia su residencia a Sausalito, California cuyo ambiente le envuelve y Zardaín se “convierte” al movimiento “hippie”. Ese temple que le había desarraigado de México por su participación en el movimiento estudiantil y manifestarse contra la guerra de Vietnam, le empuja a involucrarse en la guerrilla de El Salvador de forma activa, lo que no le impidió exponer su trabajo en la capital de ese país. De vuelta a México, se integra al equipo de jóvenes ayudantes que agrupa el maestro Siqueiros para trabajar en el Poliforum de la capital mexicana. Después, se apunta a diferentes talleres, como el de Leonora Carrington. También trabaja a la par de artistas plásticos célebres, como Chucho Reyes y Gilberto Aceves Navarro.
Dos elementos marcan la pauta del trabajo pictórico de Zardaín: su infancia transcurrida entre cafetales húmedos, animales, insectos y exuberante vegetación que se expresa con voluptuoso colorido; y su participación en los movimientos políticos y sociales que quedaron manifiestos en su obra.
Francisco Galí
Si bien es cierto que el arte es completamente subjetivo y que dependiendo de quien lo valore, se atribuye o no belleza a una obra pictórica, es imposible negar el arraigo, estilo original, pasión y talento de Francisco Galí.
Nacido en el puerto de Veracruz de padre cubano y madre tlacotalpeña, Pancho Galí ha hecho de Veracruz, su gente y su cultura, los grandes protagonistas de su abundante trabajo pictórico. De amplia y franca sonrisa, muestra con orgullo y simpatía sus raíces que a su vez, plasman la fusión del arte caribeño y veracruzano en cada una de sus obras.
En lo personal, conocí su trabajo hace no muchos años, en una pintura que dio como regalo de bodas a una pareja muy querida tanto por el artista y por mí. El lienzo que se exhibe en un espacio relevante de su casa, retrata una mujer con un vestido rojo y cuyas formas ejemplifican a la despreocupada y curvilínea mujer costeña. Le pregunté a los orgullosos dueños por el autor de esa obra y mencionaron a Francisco Galí, familia cercana de él.
De casta le viene al galgo
Francisco Xavier Galí Malpica lleva en sus venas la sangre de uno de los grandes maestros de la obra plástica española: Francesc d’Assis Gali i Fabra, pintor y pedagogo catalán quien fuera mentor de figuras icónicas del arte barcelonés como Joan Miró y Josep Llorens y Artigas.
El artista de nuestro tiempo y tierra, ha sido generoso con Veracruz haciendo de su genialidad y virtuosismo un homenaje a la tierra que ama.
Como el artista fecundo y singular que es, todo lo que yo pueda decir de él quedaría reducido a una torpe intentona de explicar quién es el genio tras las caritas en viendo su obra que puede ser apreciada y disfrutada en diversos rincones del puerto jarocho, la entidad veracruzana y a lo largo y ancho del país.
Quedé abrumada por la intensísima actividad artística, cultural y social del artista, y es que se puede decir sin margen de error, que Francisco Galí no para nunca o, como dicen aquí "culo de mal asiento".
Pero lo que mejor muestra al artista es su trabajo del cual, doy una humilde muestra en esta página con toda mi admiración y respeto por su incansable labor como el gran pintor que es y promotor de la cultura y el arte de mi Veracruz bien amado.
Nacido en el puerto de Veracruz de padre cubano y madre tlacotalpeña, Pancho Galí ha hecho de Veracruz, su gente y su cultura, los grandes protagonistas de su abundante trabajo pictórico. De amplia y franca sonrisa, muestra con orgullo y simpatía sus raíces que a su vez, plasman la fusión del arte caribeño y veracruzano en cada una de sus obras.
En lo personal, conocí su trabajo hace no muchos años, en una pintura que dio como regalo de bodas a una pareja muy querida tanto por el artista y por mí. El lienzo que se exhibe en un espacio relevante de su casa, retrata una mujer con un vestido rojo y cuyas formas ejemplifican a la despreocupada y curvilínea mujer costeña. Le pregunté a los orgullosos dueños por el autor de esa obra y mencionaron a Francisco Galí, familia cercana de él.
De casta le viene al galgo
Francisco Xavier Galí Malpica lleva en sus venas la sangre de uno de los grandes maestros de la obra plástica española: Francesc d’Assis Gali i Fabra, pintor y pedagogo catalán quien fuera mentor de figuras icónicas del arte barcelonés como Joan Miró y Josep Llorens y Artigas.
El artista de nuestro tiempo y tierra, ha sido generoso con Veracruz haciendo de su genialidad y virtuosismo un homenaje a la tierra que ama.
Como el artista fecundo y singular que es, todo lo que yo pueda decir de él quedaría reducido a una torpe intentona de explicar quién es el genio tras las caritas en viendo su obra que puede ser apreciada y disfrutada en diversos rincones del puerto jarocho, la entidad veracruzana y a lo largo y ancho del país.
Quedé abrumada por la intensísima actividad artística, cultural y social del artista, y es que se puede decir sin margen de error, que Francisco Galí no para nunca o, como dicen aquí "culo de mal asiento".
Pero lo que mejor muestra al artista es su trabajo del cual, doy una humilde muestra en esta página con toda mi admiración y respeto por su incansable labor como el gran pintor que es y promotor de la cultura y el arte de mi Veracruz bien amado.