¿Qué es la Chía?
La Chía (Salvia hispanica L) es una planta herbácea de la familia de las lamiáceas; es nativa del centro y sur de México, Guatemala y Nicaragua y, junto con el lino (Linum usitatissimum), es una de las especies vegetales con la mayor concentración de ácido graso alfa-linolénico omega 3 conocidas hasta 2006. Se cultiva por ello para aprovechar sus semillas, que se utilizan molidas como alimento.
La palabra Chía viene del náhuatl, lenguaje de los aztecas, cuyo significado es “aceitoso”. La chía era usada por muchas civilizaciones precolombinas para propósitos religiosos así como para alimentarse y como materia prima para medicamentos y colores.
Si los conquistadores de principios del renacimiento hubieran sabido lo que se sabe hoy en día sobre lo que encontraron en el nuevo continente, ¿se habrían conducido de la misma forma que lo hicieron en aquellos difíciles tiempos tras el oscurantismo del medievo? Si hubieran sabido reconocer la sabiduría de las civilizaciones de América, hubiesen quemado códices, destruido templos y edificios donde se concentraban aquellos documentos en los que se dejaba registro de lo que los pueblos de Mesoamérica habían aprendido y deseaban transmitir a las generaciones venideras, ¿hubiesen actuado como lo hicieron? Eso nunca lo sabremos.
Durante la conquista y la colonización, fue mucho lo que se perdió. Cierto es que en toda conquista la consumación del dominio de la cultura que llegó requirió no solo de la supremacía de las armas, también destruir y sustituir los patrones culturales autóctonos por los del pueblo dominante.
Se desconoce el dato cuantitativo y muy probablemente cualitativo también la riqueza perdida de los pueblos nativos de América, pero es de conocimiento general que durante los primeros años de la Colonia, los barcos españoles y de Portugal transportaban muchos de los tesoros prehispánicos. Se sabe también que la población indígena fue arrasada como resultado del violento proceso colonizador y que los sobrevivientes fueron forzados a derruir una gran parte de su legado cultural. Aquello que pudo ser preservado fue apartado de los asentamientos españoles, recintos improvisados en regiones que eran usadas como refugio y en las que se las lenguas, el conocimiento de la naturaleza, cultos religiosos, esquemas alimenticios y otros elementos de su cultura fueron mantenidos, aunque no del todo puros, debido a las irrupciones reiterativas de los sucesivos gobiernos y, como ya sabéis, del proceso generalizado de mestizaje.
Es indudable que la mundialización ha tenido como resultado, entre otros muchos efectos, la modernización de los patrones alimentarios de los pueblos de América. Comemos lo que la modernidad va creando, aunque no necesariamente en beneficio de la salud y de nuestro organismo. Nos alimentamos según nuestra capacidad de compra y de acuerdo con la oferta generada por las grandes corporaciones, las que se mueven con criterios comerciales: altos beneficios en el plazo más corto. Lo que un mexicano promedio come hoy en día tiene que ver poco o nada con lo que los mayas, aztecas o totonacas del pasado comían; quizá sólo se conserva el gusto por el chile, los frijoles y la tortilla, en el mejor de los casos.
Un alimento casi olvidado
El amaranto, el frijol, la chía y el maíz eran los principales componentes de la dieta de los pueblos americanos prehispánicos. De éstos, como todos sabemos, sólo el frijol y el maíz continúan teniendo una enorme importancia en casi todos los países de Latinoamérica; el amaranto es poco conocido, y la chía (Salvia hispanica) es un claro ejemplo de un alimento casi perdido en la inmensidad de la historia mesoamericana.
No obstante, la Chía tiene un largo recorrido como alimento. Su domesticación en los pueblos asentado en el actual territorio de México data del año 2600 ac. Aun cuando la trascendencia de esta semilla en la alimentación actual de los mexicanos está muy apartada de ser la que tenía en la antigüedad, mucha gente del sureste del entonces país azteca y de Centroamérica todavía utiliza este cultivo milenario en la preparación de la bebida conocida como “chía fresca” o “agua de chía” y de algunos otros alimentos.
Según Fray Bernardino de Sahagún, el cultivo de la Chía fue perseguido hasta provocar casi su extinción por ser denominada “semilla sacrílega”, pues constituía parte muy relevante en las ceremonias religiosas dedicadas a los dioses de la cultura mexica. Hay documentos en los que se explica que los guerreros aztecas podían subsistir con la sola ingesta de Chía durante sus batallas y expediciones. Con una pequeña dosis – la cantidad equivalente a una cucharada – era suficiente para proporcionar energía durante la marcha de todo un día. Se relata también que algunos pobladores del imperio azteca podían correr desde el río colorado hasta el océano pacífico para cambiar turquesas por conchas marinas alimentándose de una bolsa de Chía para su sustento.
Giovanio Tosco, autor de Os benefícios da “chia” em humanos e animais, menciona que, “alimentados con semilla de Chía, los indios Tarahumara (los de los pies ligeros) de México cazaban a la presa persiguiéndolo hasta cansarla”. En un interesante libro escrito por J. F. Scheer, Magic of chia: Revival of an ancient wonder food (Berkeley, Cal., Frog Ltd.), se menciona que Ciraldo Chacarito, un indio tarahumara de 52 años, originario del Cañón del Cobre, en México, estuvo dentro de los primeros lugares en un largo maratón, compitiendo, sin entrenamiento previo y casi descalzo al usar unas sandalias hechas a mano, contra los mejores corredores del mundo, bien entrenados y alimentados. El secreto de Ciraldo fue el haber comido antes y durante la carrera semillas de Chía. Un año después, previamente entrenado y continuando su alimentación complementada con semillas de Chía, este indígena ganó esa misma carrera.
La palabra Chía viene del náhuatl, lenguaje de los aztecas, cuyo significado es “aceitoso”. La chía era usada por muchas civilizaciones precolombinas para propósitos religiosos así como para alimentarse y como materia prima para medicamentos y colores.
Si los conquistadores de principios del renacimiento hubieran sabido lo que se sabe hoy en día sobre lo que encontraron en el nuevo continente, ¿se habrían conducido de la misma forma que lo hicieron en aquellos difíciles tiempos tras el oscurantismo del medievo? Si hubieran sabido reconocer la sabiduría de las civilizaciones de América, hubiesen quemado códices, destruido templos y edificios donde se concentraban aquellos documentos en los que se dejaba registro de lo que los pueblos de Mesoamérica habían aprendido y deseaban transmitir a las generaciones venideras, ¿hubiesen actuado como lo hicieron? Eso nunca lo sabremos.
Durante la conquista y la colonización, fue mucho lo que se perdió. Cierto es que en toda conquista la consumación del dominio de la cultura que llegó requirió no solo de la supremacía de las armas, también destruir y sustituir los patrones culturales autóctonos por los del pueblo dominante.
Se desconoce el dato cuantitativo y muy probablemente cualitativo también la riqueza perdida de los pueblos nativos de América, pero es de conocimiento general que durante los primeros años de la Colonia, los barcos españoles y de Portugal transportaban muchos de los tesoros prehispánicos. Se sabe también que la población indígena fue arrasada como resultado del violento proceso colonizador y que los sobrevivientes fueron forzados a derruir una gran parte de su legado cultural. Aquello que pudo ser preservado fue apartado de los asentamientos españoles, recintos improvisados en regiones que eran usadas como refugio y en las que se las lenguas, el conocimiento de la naturaleza, cultos religiosos, esquemas alimenticios y otros elementos de su cultura fueron mantenidos, aunque no del todo puros, debido a las irrupciones reiterativas de los sucesivos gobiernos y, como ya sabéis, del proceso generalizado de mestizaje.
Es indudable que la mundialización ha tenido como resultado, entre otros muchos efectos, la modernización de los patrones alimentarios de los pueblos de América. Comemos lo que la modernidad va creando, aunque no necesariamente en beneficio de la salud y de nuestro organismo. Nos alimentamos según nuestra capacidad de compra y de acuerdo con la oferta generada por las grandes corporaciones, las que se mueven con criterios comerciales: altos beneficios en el plazo más corto. Lo que un mexicano promedio come hoy en día tiene que ver poco o nada con lo que los mayas, aztecas o totonacas del pasado comían; quizá sólo se conserva el gusto por el chile, los frijoles y la tortilla, en el mejor de los casos.
Un alimento casi olvidado
El amaranto, el frijol, la chía y el maíz eran los principales componentes de la dieta de los pueblos americanos prehispánicos. De éstos, como todos sabemos, sólo el frijol y el maíz continúan teniendo una enorme importancia en casi todos los países de Latinoamérica; el amaranto es poco conocido, y la chía (Salvia hispanica) es un claro ejemplo de un alimento casi perdido en la inmensidad de la historia mesoamericana.
No obstante, la Chía tiene un largo recorrido como alimento. Su domesticación en los pueblos asentado en el actual territorio de México data del año 2600 ac. Aun cuando la trascendencia de esta semilla en la alimentación actual de los mexicanos está muy apartada de ser la que tenía en la antigüedad, mucha gente del sureste del entonces país azteca y de Centroamérica todavía utiliza este cultivo milenario en la preparación de la bebida conocida como “chía fresca” o “agua de chía” y de algunos otros alimentos.
Según Fray Bernardino de Sahagún, el cultivo de la Chía fue perseguido hasta provocar casi su extinción por ser denominada “semilla sacrílega”, pues constituía parte muy relevante en las ceremonias religiosas dedicadas a los dioses de la cultura mexica. Hay documentos en los que se explica que los guerreros aztecas podían subsistir con la sola ingesta de Chía durante sus batallas y expediciones. Con una pequeña dosis – la cantidad equivalente a una cucharada – era suficiente para proporcionar energía durante la marcha de todo un día. Se relata también que algunos pobladores del imperio azteca podían correr desde el río colorado hasta el océano pacífico para cambiar turquesas por conchas marinas alimentándose de una bolsa de Chía para su sustento.
Giovanio Tosco, autor de Os benefícios da “chia” em humanos e animais, menciona que, “alimentados con semilla de Chía, los indios Tarahumara (los de los pies ligeros) de México cazaban a la presa persiguiéndolo hasta cansarla”. En un interesante libro escrito por J. F. Scheer, Magic of chia: Revival of an ancient wonder food (Berkeley, Cal., Frog Ltd.), se menciona que Ciraldo Chacarito, un indio tarahumara de 52 años, originario del Cañón del Cobre, en México, estuvo dentro de los primeros lugares en un largo maratón, compitiendo, sin entrenamiento previo y casi descalzo al usar unas sandalias hechas a mano, contra los mejores corredores del mundo, bien entrenados y alimentados. El secreto de Ciraldo fue el haber comido antes y durante la carrera semillas de Chía. Un año después, previamente entrenado y continuando su alimentación complementada con semillas de Chía, este indígena ganó esa misma carrera.
Propiedades de la Chía
Los últimos estudios sobre la composición química de la semilla de Chía han evidenciado algunas de sus características más importantes. En análisis primarios, se muestra que en promedio contiene:
21.1% Proteína
32.2 % Grasa
27.7 % fibra
4.8 % cenizas.
Esta composición refleja un alto contenido de proteína y grasas por arriba de las contenidas en otros alimentos de origen agrícola que se consumen en la actualidad. Además, dichos estudios indican que la Chía es fuente completa de proteínas, ya que se presenta un perfil notable al contener todos los aminoácidos esenciales. En cuanto a las grasas, hay que decir que el aprecio por este cultivo prehispánico se debe, en gran parte, al conocimiento creciente del papel que tienen los lípidos en el cuidado de la salud. La Chía es, como han recalcado los estudiosos, la mayor fuente vegetal de ácidos grasos de la serie Omega 3. Por si este dato no fuese suficiente, sus carbohidratos también tienen cualidades de gran importancia para la salud humana.
** Información encontrada en la revista La ciencia y el hombre de la Universidad Veracruzana.
21.1% Proteína
32.2 % Grasa
27.7 % fibra
4.8 % cenizas.
Esta composición refleja un alto contenido de proteína y grasas por arriba de las contenidas en otros alimentos de origen agrícola que se consumen en la actualidad. Además, dichos estudios indican que la Chía es fuente completa de proteínas, ya que se presenta un perfil notable al contener todos los aminoácidos esenciales. En cuanto a las grasas, hay que decir que el aprecio por este cultivo prehispánico se debe, en gran parte, al conocimiento creciente del papel que tienen los lípidos en el cuidado de la salud. La Chía es, como han recalcado los estudiosos, la mayor fuente vegetal de ácidos grasos de la serie Omega 3. Por si este dato no fuese suficiente, sus carbohidratos también tienen cualidades de gran importancia para la salud humana.
** Información encontrada en la revista La ciencia y el hombre de la Universidad Veracruzana.
Usos
Llega a ser sorprendente la versatilidad que tiene la Chía. Muchos de los usos actuales no eran reconocidos y menos aún aplicados en la época prehispánica, pues algunos de los alimentos con los que se combina no existían en aquellos años, como la naranja, la leche y otros productos llevados a México por los españoles, quienes, como ya se ha relatado, llevaron esta semilla a casi desaparecer.
Las semillas remojadas en agua liberan el mucílago, produciendo un líquido gelatinoso prácticamente insípido; en México se le saboriza con jugos vegetales o esencias y se le consume como bebida refrescante. Las semillas también pueden secarse y molerse para preparar una harina fina y de sabor intenso, llamada pinole, que se consume principalmente como dulce. Los brotes tiernos se consumen como verdura cruda o cocida y pueden ser usados en ensaladas.
1. Proporciona energía, aumenta fuerza y resistencia: por sus altos contenidos de proteínas y la combinación de vitaminas y minerales nos ayudan a ser constantes en nuestras actividades diarias.
2. Regula los niveles de azúcar: retardando el proceso por el cual las enzimas digestivas descomponen los carbohidratos y las convierten en azúcar. Después de las comidas —especialmente si comemos alimentos con almidón o dulces—, podemos llegar a sentirnos cansados y sin energía. Al equilibrar el azúcar en la sangre, no sólo reducimos el riesgo de diabetes tipo 2, también garantizamos una energía constante durante todo el día. Si se añade chía a la comida, puede ayudar a evitar las variaciones del azúcar en sangre y regular por tanto la insulina.
3. Pérdida de peso: las semillas y su acción gelificante única mantienen la sensación de saciedad durante horas.
4. Regularidad intestinal: la fibra soluble y el revestimiento de gel de la semilla mantienen el colon hidratado y aseguran el movimiento fácil de los alimentos.8 9
5. Prevención del envejecimiento prematuro: debido a su alto contenido de antioxidantes, ayudan a prevenir el envejecimiento
Las semillas remojadas en agua liberan el mucílago, produciendo un líquido gelatinoso prácticamente insípido; en México se le saboriza con jugos vegetales o esencias y se le consume como bebida refrescante. Las semillas también pueden secarse y molerse para preparar una harina fina y de sabor intenso, llamada pinole, que se consume principalmente como dulce. Los brotes tiernos se consumen como verdura cruda o cocida y pueden ser usados en ensaladas.
1. Proporciona energía, aumenta fuerza y resistencia: por sus altos contenidos de proteínas y la combinación de vitaminas y minerales nos ayudan a ser constantes en nuestras actividades diarias.
2. Regula los niveles de azúcar: retardando el proceso por el cual las enzimas digestivas descomponen los carbohidratos y las convierten en azúcar. Después de las comidas —especialmente si comemos alimentos con almidón o dulces—, podemos llegar a sentirnos cansados y sin energía. Al equilibrar el azúcar en la sangre, no sólo reducimos el riesgo de diabetes tipo 2, también garantizamos una energía constante durante todo el día. Si se añade chía a la comida, puede ayudar a evitar las variaciones del azúcar en sangre y regular por tanto la insulina.
3. Pérdida de peso: las semillas y su acción gelificante única mantienen la sensación de saciedad durante horas.
4. Regularidad intestinal: la fibra soluble y el revestimiento de gel de la semilla mantienen el colon hidratado y aseguran el movimiento fácil de los alimentos.8 9
5. Prevención del envejecimiento prematuro: debido a su alto contenido de antioxidantes, ayudan a prevenir el envejecimiento
Algunas precauciones a considerar antes de tomar
Chía
- Las semillas de Chía están contraindicadas cuando se están tomando medicamentos para la hipertensión, ya que las semillas tienen el efecto de disminuir la tensión arterial y pueden potenciar los efectos de dichos medicamentos. Para poder consumir las semillas, es necesario realizar controles de presión diariamente, además, en pequeñas cantidades no causa trastornos de ningún tipo. La advertencia en este particular es sobre un consumo excesivo.
- También está contraindicada para personas en caso de personas hipotensas por los mismos motivos antes explicadas.
- Aquellas personas que por padecimientos vasculares y/o cardiacas deben tomar medicamentos anticoagulantes también deben evitar el consumo de la Semilla de Chía, ya que éstas tienen Omega 3 que actúa como anticoagulante natural y puede potenciar el efecto de la medicación favoreciendo la aparición de hematomas o elevando el riesgo de hemorragias.
- Por razones iguales está contraindicado el consumo de Chía para aquellas personas que por prescripción médica toman aspirina diariamente y también se desaconseja cuando se tiene programada cualquier tipo de cirugía.
- Una contraindicación más es para aquellas personas que padecen Diabetes 2 y que se suministran insulina. La Chía tiene la propiedad de disminuir los niveles de glucosa en la sangre, lo que puede parecer muy beneficiosa para quienes padecen esta enfermedad, sin embargo, puede potenciar el efecto de la medicación y causar una baja de glucosa muy superior a la conveniente generando riesgos. No obstante, puede ser consumida por los diabéticos mientras se haga un control diario de glucosa.
- Contraindicada para padecimientos de diverticulosis, ya que en estos casos se debe limitar la cantidad de fibra en la alimentación y la Chía es rica en fibra.
- Tras una cirugía del aparato digestivo (estómago, intestino delgado o colon) es recomendable no ingerir semillas de Chía, por ende, también es aconsejable abstenerse en caso de oclusión intestinal.
- En caso de diarrea, mejor no ingerir semillas de diarrea, por el efecto de ésta agilizando aún más el tránsito intestinal.
Como en todo, lo importante es consumir alimentos de este tipo con las precauciones necesarias. Ya lo dice el refrán, todo con medida, nada con exceso.
En España se puede conseguir en las zonas de alimentación orgánica, veganos y naturistas, nosotros la encontramos en el supermercado de origen alemán que empieza con A.
En el área de ensaladas y bebidas incluiré algunas recetas de como consumir la semilla de Chía.